domingo, 8 de febrero de 2015

09.

No quería conocerte e incluso impedí qué tu me conocieras. Cerré puertas y ventanas para evitar qué pasaras pero eres como humo y por los lugares más pequeños entraste. No sabia como pararte, fuiste consumiéndome de a poco.
Llegaste a conocer todo de mi.
Él lugar a dónde iba cuando estaba triste, la canción qué escuchaba cuándo tenia ganas de llorar. Incluso conocías mi mirada de «te necesitó» qué solo te pertenecía a ti, lo mejor de esto es qué tus brazos siempre estuvieron para mi, sin medida, sin pedirlo. Bastaba tan solo con qué me miraras tu sabías lo qué me pasaba y es qué siempre dijiste qué tengo una mirada llená de sentimientos. Llegué a pensar qué te cansarías de lo qué soy, qué no soportarías pasar más de una noche conmigo pero siempre regresabas, a pesar de mis malos tratos de mi estupidez, qué no tengo como ocultar. Sigo oliendo cada mañana mi almohada qué todavía tiene tu olor. Escuchó la canción qué hiciste para mi y todavía no puedo creer qué te haz marchado. He pensado como una loca, qué voy hacer si no escuchó tu voz en lo qué resta de mi vida. Quisiera qué volvieras. Qué no pertenecieses a nadie. Nunca fuiste mío y eso es lo qué más me duele, porque yo siempre fui tuya.