martes, 9 de diciembre de 2014

Diego.

Nadie me había hecho caer tantas veces cómo Diego.
Porqué cada vez que Diego suspiraba yo me bebía su suspiro cómo si lo necesitará pará vivir, cómo si ese aire fuera lo que me tenía aún aquí despierta a su lado.
Diego era una persona frágil tanto que podía romperse con facilidad así cómo aquella taza de café que se me callo esta mañana, al igual que ella si Diego se rompía dejaría todo sucio y con pedazos de alma tirados por toda la casa así cuándo yo pisara el suelo me quedaría sangrando cómo el. Claro que a diferencia de la taza Diego me demostraría completa paz y me dejaría a mi recogerle los pedazos de alma mientras me corto con cada parte de ella. Porqué claro yo sólo soy la amiga de Diego, el no me pertenece, yo le pertenezco a el... Yo sólo limpió los pedazos que las otras van dejando, voy llenando su vacío con algunos besos tontos y con caricias.
Hay noches en las que aún me enredo en las sabanas de Diego le besó los párpados con ternura y le acaricio el cabello hasta que quedan profundamente dormido, siempre me a encantado verle así tan vulnerable, tan «mío» aunque muy lejos de este mundo me pertenezca.
Hay días en los que me lo encuentro con una de tantas mujeres... Es cómo si Cupido me flechara 300 veces y se burlara de mi.
Diego se robo parte de mi alma es mi adicción pero también se convirtió en mi asesino. No le culpó pero tampoco le agradezco porqué a pesar del daño que me causa estoy con el.

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